domingo, 9 de enero de 2011

Epifania Ortodoxa...I



1. Tradición Oriental y Tradición Occidental
La epifanía oriental celebra el Bautismo de Cristo en el río Jordán por Juan el Bautista o “Precursor” (en griego prodromos), como el evento de la manifestación de Cristo como el Hijo de Dios y su corolario, la manifestación de Dios en la Trinidad, y también como el evento que marca el comienzo de la misión salvífica de Cristo.
Esto se manifiesta particularmente en la celebración de la Gran Bendición de las Aguas (Megas Agiasmos), que evoca el Bautismo de Cristo y constituye un aspecto conspicuo de la celebración oriental.

La Epifanía occidental celebra la veneración del Cristo recién nacido por los sabios magos orientales como el evento que marca la manifestación de la divinidad de Cristo a las naciones.

Especialmente desde tiempos medievales, el cristianismo occidental desarrolló una elaborada tradición alrededor de estas figuras orientales —fijando su número en tres e identificándolos con tres reyes, llamados Melchor, Gaspar y Baltasar—, una tradición que incluía el redescubrimiento de sus cuerpos en la iglesia de san Eustorgio en Milán (1158), donde habían sido trasladados desde Constantinopla en el siglo IV, y su retraslado y depósito en la catedral de Colonia por Federico Barbarroja (1164).

2. ¿Contradicción o enfoques diferentes?
Esta divergencia suscita naturalmente un número de cuestiones, tanto históricas como teológicas, a la que los liturgistas han suministrado diversas respuestas. Sobre todo, se plantea la pregunta: ¿implica esto alguna contradicción?
 Creo que aquí no hay contradicción alguna, ya que ambas celebraciones conducen a la misma verdad primordial: la manifestación divina de Cristo y su corolario, la divina manifestación del Único Dios en la Trinidad.

Por otra parte, debe decirse que el modo en que las dos tradiciones relacionan la Epifanía con las otras grandes fiestas del Año litúrgico, sugiere una diferencia de enfoque respecto al misterio de Cristo y a la salvación que acarrea.
 La tradición oriental vincula la Epifanía a la misión salvífica de Cristo y considera a la Pascua y Pentecostés como su resultado final y salvador.
 La tradición occidental vincula la Epifanía a la vida terrenal de Cristo, y considera a su objetivo como una gradual revelación de la persona salvadora de Cristo.

El propósito de este artículo no es ocuparse en temas de liturgia comparada.
Es simplemente facilitar una comprensión más clara de las celebraciones occidentales y ortodoxas orientales de Epifanía, ya que estas celebraciones no parecen ser fácilmente entendidas por los cristianos corrientes, ortodoxo orientales y occidentales, aunque viven en cercana proximidad, unos con otros, aquí en América.
Después de todo, la repetición anual de la fiesta proporciona una gran oportunidad para el crecimiento en la comprensión y el aprecio de las riquezas de la Tradición cristiana.

3. La Tradición Oriental
Los eruditos nos dicen que, en el Oriente cristiano, la Epifanía es la más antigua fiesta del Señor luego de la Pascua, y fue siempre celebrada el día 6 de Enero.
La primera referencia a la Epifanía se encuentra en Clemente de Alejandría, al fin del siglo segundo.
Si la Pascua marcó el clímax de la obra salvadora de Cristo, la Epifanía marcó la revelación de la persona divina de Cristo, la cual expuso el misterio de Dios e inició el proceso de la salvación del hombre.

Originalmente, la Epifanía conmemoraba el Bautismo de Cristo, siendo su Nacimiento a lo mejor incluido implícitamente.
San Juan Crisóstomo explica las razones por las cuales es de este modo: “¿Por qué no es el día en que Cristo nació llamado Epifanía, sino el día en que fue bautizado?
Porque no fue manifiesto a todos cuando nació, sino cuando fue bautizado” (Homilía 24 sobre el bautismo de Cristo).
En algunos lugares, no obstante, no sólo el nacimiento sino también algunos acontecimientos adicionales de la vida de Cristo son incluidos en la celebración de Epifanía (v. gr. el primer milagro de Cristo en Caná).

Lo que es particularmente interesante de observar es que, en los primeros siglos cristianos, la víspera de Epifanía, Pascua y Pentecostés ( y Navidad posteriormente), fueron las solemnes ocasiones de iniciación cristiana a través del bautismo.
El vestigio de esta práctica es hoy el canto del himno bautismal en la Divina Liturgia celebrada en estos días: “Como muchos de vosotros habéis sido bautizados en Cristo, habéis sido revestidos de Cristo. Aleluya”.

Fue en el siglo cuarto que el nacimiento de Cristo comenzó a ser conmemorado como una fiesta separada el día 25 de Diciembre, permitiendo a la Epifanía concentrarse en el Bautismo de Cristo, y celebrarse el 6 de Enero como lo es hoy todavía.
Hay evidencia que la fiesta de navidad, como fiesta separada, fue primero introducida en Roma (alrededor del año 335), y fue gradualmente adoptada por las Iglesias Orientales (desde 376 en adelante).

4. ¿Por qué el 6 de Enero?
¿Por qué fue el 6 de Enero escogido para Epifanía, y por qué fue el 25 de Diciembre introducido para el Nacimiento de Cristo posteriormente?
Los eruditos proveen varias respuestas.
Una de ellas nos dice que, de acuerdo al antiguo calendario egipcio, el 6 de Enero era el día del solsticio de invierno, el día más importante de celebración religiosa para los paganos.
Algunos paganos (especialmente los egipcios) celebraban en este día la conquista de la oscuridad invernal por el invencible dios-sol.
Otros celebraban la aparición y glorificación del dios-emperador en una ciudad (especialmente los romanos). Los cristianos, que reconocían a Cristo como “el sol de justicia” (Mal. 4, 2) y la “luz del mundo” (Jn. 1, 9 y 8, 12), reemplazaron el culto al dios-sol pagano y la glorificación del dios-emperador por el culto de Cristo.

Posteriormente, en el Nuevo calendario romano, se situó el solsticio de invierno el día 25 de Diciembre, y se proporcionó la ocasión para otra celebración pagana.
Los cristianos encontraron la oportunidad para introducir una nueva fiesta, Navidad, conmemorando el nacimiento de Cristo, quien es Emmanuel, Dios con nosotros.

Lo que es importante observar aquí es que el fenómeno natural de la “conquista” de la oscuridad invernal por parte del sol dejó de ser visto como divino, o como un signo de la aparición de un líder humano deificado.
En cambió, se volvió una ocasión para celebrar la manifestación del Dios verdadero como hombre, venciendo la oscuridad de la ignorancia y el pecado que llevó a la humanidad a estar alienada del verdadero Dios y a rendir culto a la creación antes que al Creador.

5. La Importancia de la Fiesta
El establecimiento de la Navidad no disminuyó la importancia de la Epifanía, la cual está denotada por el período de tiempo de su celebración. Es celebrada desde el 2 al 14 de Enero. El 6 de Enero es el principal día de la fiesta.
Los 4 días que la preceden constituyen la ante-fiesta (proeortia) y los 8 días posteriores a ella la post-fiesta (metheortia). La ante-fiesta es más breve a causa de la celebración de la Circuncisión de Cristo (siglo octavo en adelante), el 1º de Enero (que es también el día de la fiesta de San Basilio); sin embargo, incluye una elaborada celebración en la víspera de la fiesta, como ocurre en Navidad y Pascua.
La post-fiesta incluye la Synaxis de San Juan Bautista (7 de Enero), el Domingo después de Epifanía y la despedida de la fiesta (14 de Enero).

El profundo significado de la fiesta es revelado en los varios y maravillosos himnos que son cantados en ella, y en las lecturas bíblicas. Hay dos himnos característicos que resumen este significado perfectamente: el apolytikion (tropario) y el kontakion. Estos rememoran cómo Cristo, en su Bautismo, fue proclamado Hijo de Dios muy amado, en Quien Dios está muy complacido y el Espíritu de Dios reposa (Mt., 3, 17), y cómo esta revelación constituye un evento de esclarecimiento e iluminación divina.

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