23 Un anciano vio a uno que se reía y le dijo: «Debemos dar cuenta de toda nuestra vida ante el Señor de cielo y tierra, ¿y tú, ríes?»
24 Dijo un anciano: «Así como siempre llevamos con nosotros, dondequiera que vayamos, la sombra de nuestros cuerpos, del mismo modo debemos, en todo lugar, tener con nosotros las lágrimas y la compunción».
24 Dijo un anciano: «Así como siempre llevamos con nosotros, dondequiera que vayamos, la sombra de nuestros cuerpos, del mismo modo debemos, en todo lugar, tener con nosotros las lágrimas y la compunción».
25 Un hermano pidió a un anciano: «Padre, dime una palabra». El anciano le dijo: «Cuando Dios hirió a Egipto, no había ninguna casa donde no existiera el penthos
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