Cuando San Andrés (el Primer Apóstol Llamado por Nuestro Señor Jesucristo) llegó al territorio de lo que hoy es Kiev, Ucrania (en los años 60-70 de la Era Común), quedó fascinado por la espectacular localización de las montañosas orillas del río Dnipro. Profetizó, entonces: “Sobre estos montes reinará la Gracia de Dios; se elevará una gran ciudad y muchas Iglesias se construirán en ellos”. En una de las montañas puso una cruz, como signo de que la Salvación también estaba al alcance de los pueblos eslavos.
No fue, sin embargo, hasta el año 988 cuando la plena Cristianización de la Rus’ de Kiev pudo completarse. En ese año, por orden del Gran Príncipe San Volodymir I, los residentes en la ciudad fueron bautizados en masa en el propio río Dnipro. Así, al cabo de 1000 años, justo donde el Apóstol lanzó su profecía, se levantó un templo de madera en su honor.
Desafortunadamente, pese a su innegable carácter como Iglesia Madre para los pueblos eslavos, diferentes vicisitudes históricas y políticas le ocasionaron gran sufrimiento. Aunque sobrevivió a la destrucción de la ciudad de Kiev, por parte de la hordas de mongoles del año 1240, su Metropolita pronto comenzó a residir en el nuevo Principado de Moscú; esta situación continuó hasta 1448, cuando Kiev, en aquel entonces bajo dominio polaco - lituano, fue establecido como una Metropolía aparte, bajo la jurisdicción de Constantinopla; poco después, en 1461, los obispos de Moscú dejaron de usar el título de Metropolitas de Kiev, para usar sólo el título de Metropolitas de Moscú. Hacia finales del siglo XVII, los rusos, cobraron valor y retomaron el control de Kiev: de ese modo el Metropolita de esta ciudad, pasó de estar bajo la jurisdicción de Constantinopla, a la de Moscú en 1686. Este acto jamás fue reconocido por el Patriarcado Ecuménico.
Tras finalizar la Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique en Rusia, en 1919, el nuevo gobierno de Ucrania aprobó una ley por la cual se autorizaba el establecimiento de una Iglesia Ortodoxa Ucraniana Autocéfala; a la par, un movimiento espontáneo tendiente a cortar lazos con el Patriarcado de Moscú fue ganando terreno entre los Fieles Ortodoxos de Ucrania.
En 1924, Su Toda-Santidad Grigorios VII, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, proclamó un Tomos para reestablecer la histórica Metropolía de Kiev-Rus’ (Ucrania) al rango de Iglesia Autocéfala, y colocó la responsabilidad de constituir un nuevo Sínodo de Obispos sobre Su Beatitud, el Metropolita de Varsovia, Dionisij (Valedynskyj). Pero por años, a causa de la Guerra y sus divisiones resultantes, los Obispos de la Iglesia fueron forzados a la Diáspora.
En junio de 1990, un Sínodo reunido en Kiev eligió al exiliado Metropolita Mstyslav (Stepan Skripnik, de entonces 92 años) como Patriarca de Kiev y de Toda la Rus’-Ucrania. En tal carácter y a fin de presidir el resurgimiento de la Iglesia, retornó a su tierra natal en octubre de ese mismo año; y fue entronizado el 18 de noviembre en la Catedral de Santa Sofía de Kiev. Sin embargo, la situación general de la Fe Ortodoxa en el país se convirtió en un objeto de controversia, especialmente a raíz de la consecución de la independencia política en 1991. Su Santidad Mstyslav se vio en la necesidad de salir nuevamente de ahí, y poco después, el 11 de junio 1993, falleció mientras estaba en Canadá.
En 2002, el Metropolita Moisés (Oleh Koulik) volvió a Ucrania, tras estar exiliado en los Estados Unidos de América, para restablecer la Iglesia en Ucrania, y para unificar las diferentes Iglesias que en la misma Diáspora se habían desarrollado.
El sábado 17 de junio de 2006, el Sínodo de Obispos elevó al Metropolita Moisés al Oficio de Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana Autocéfala Canónica, en una impresionante ceremonia en la Catedral de Santa Sofía de Kiev, donde posteriormente se le entronizó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario